lunes, 7 de junio de 2010

Las otras medidas que han hecho sangre.

Por Evaristo Pitaluga i Poveda

(Y en este caso nunca mejor dicho). Una de las políticas en las que el Gobierno podía haberse fijado, y en las que podía haber metido la tijera, es la militar y en concreto en el gasto que ocasiona nuestra presencia en Afganistán. 1.300 euros día es lo que nos cuesta cada soldado en Afganistán aproximadamente y calculado a la baja.

En la mal llamada “operación humanitaria”, según los datos publicados por la Plataforma “Aturem la Guerra”, en julio de 2008 la intervención en ese país ya le ha costado a España más 1.700 millones de euros en seis años (datos a los que añadiremos los generados por la ampliación del despliegue en 220 militares más que refuercen a los 778 que ya se encuentran sobre el terreno). A este dato sumaremos la pérdida de dos helicópteros Cougar y un tercero con graves daños, que ha costado 40 millones de euros, la adquisición de los tres aviones-espía Searcher MK II-J, de fabricación israelí y un costo de 17 millones de euros, habilitar partidas nuevas para la instalación de inhibidores de frecuencia en los Blindados Medios sobre Ruedas (BMR), sustituir 16 vehículos URO VAMTAC sin blindar por BMR’s, mejorar el blindaje de los helicópteros Cougar y dotarlos de alertadores antimisil, comprar gafas de visión nocturna, equipos de comunicaciones y fortificar las bases de Herat y Qala-e-Naw.


Además la hacienda pública debe hacer frente al costo generado por otras “operación humanitaria” en otros lugares del mundo. También tenemos soldados desempeñando “labores humanitarias” en Líbano (1.100), Kosovo (550) y Bosnia (250), lo que suman más de 900 millones de euros al año.

Podría decir, como lo hace el coordinador general de IU, que con 365 millones, de esos gastados en Afganistán, se podría poner en marcha un plan de empleo municipal y crear más de 60.000 empleos con contrato de seis meses para los parados que hayan agotado la prestación", y seguro que es cierto, o abrir cuarenta centros de salud para atender a un millón de personas o construir 9.125 escuelas infantiles para 182.000 niños de hasta tres años (generando unos 40.000 empleos en ese sector). Pero atendiendo al carácter de “operación humanitaria” de las misiones, en vez de gastar el dinero en armas y contingente militar, daría de comer y vestiría a más 1.200.000 afganos.

Basándome en los datos publicados en Expansión, el ejército español gasta en el Líbano 177.4 millones de euros al año; en Kosovo el coste es de 68.7 millones de euros al año y en Afganistán supone 312 millones de euros al año. Si calculamos el PIB per cápita anual (es decir el dinero “que se supone” con el que la población consigue comer, tener ropa y un sitio donde dormir…), el del Líbano asciende a 5.050 euros, 1.200 euros en Kosovo y 259 euros en Afganistán. O sea, destinando este dinero en verdadera ayuda humanitaria, en vez tropas en estado de guerra, en el Líbano se podría dar alimento, ropa y un cobijo a 36.315 libaneses, 43.674 kosovares y más de 1.200.000 afganos.

Sinceramente, reflexionemos que forma de ayudar debemos prestar a otros países ¿La Militar? ¿Debemos ayudar a crecer las economías de los países cuya actividad económica, en parte, se basa en crear instrumentos para provocar terror y muerte? ¿El verdadero problema de los afganos, por ejemplo, son los talibanes o un PIB per cápita tan bajo que se MUEREN LITERALMENTE DE HAMBRE.? ¿Verdaderamente estamos en ese escenario en misión humanitaria? Permítanme que lo dude ya que la mismísima Ministra Chacón recordó que “España está en Afganistán bajo las mismas condiciones que acordó el Ejecutivo de José María Aznar en diciembre de 2001”, contestando en el Senado a la pregunta del Grupo Popular sobre si España está participando en una misión de guerra. Y sospecho que más que acción humanitaria estamos como colaboradores necesarios del ejercito de los EE. UU. en su guerra contra Bin Laden, a juzgar por lo “tan dura, compleja y arriesgada” que está demostrando ser, como también definió Chacón la misión en Afganistán. En realción con este tema, al Presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, le debería preocupar dos cosas:

Que el Afganistán de Zapatero se convierta en el Iraq de Aznar, como así comienza a extenderse entre algunas corrientes dentro de las filas socialistas (de iraquización del conflicto concretamente califican este fenómeno) dado que el aumento de la inseguridad de la región en la que opera el contingente español, pone en cuestión la presencia de nuestras tropas dentro del marco de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz y la reconstrucción de un país en estado de guerra real.

Que el costo económico, y sobre todo el costo en vidas humanas, de la misión se incremente continuamente y hacen mella en la opinión pública que está pidiendo otra solución al conflicto, en contra de las presiones de los socios de la OTAN que no le dejan margen de maniobra y piden un mayor esfuerzo militar, tanto en el gasto armamentístico como con más fuerzas de combate en el país centroasiático. Las bajas del ejército español en este conflicto asciende ya a más de 87 militares y colaboradores y el conflicto se encuentra estancado en un túnel sin salida. Solo los Estados Unidos sigue fijando la estrategia a seguir en el conflicto.

Pongo en la palestra preguntas como: ¿Qué hacen las tropas extranjeras en Afganistán? ¿Realmente se trata de una operación humanitaria? ¿Cuáles son los motivos reales de la guerra? ¿Cuál debe ser la verdadera participación española en el conflicto? y ¿Cuál es la solución? y a la vez el estudio "El coste de la guerra" que Oxfam Internacional publica en el que pide a la Comunidad Internacional y al Gobierno español que vayan más allá de la solución militar y aseguren que la ayuda se invierta en educación y sanidad, entre otros aspectos necesarios.

Destaca el estudio que el 75% de los encuestados dicen haber sido obligados a abandonar sus hogares y uno de cada cinco ha sido torturado desde 1979 cuando se iniciaron los sucesivos conflictos en el país; y otro 70% de los afganos considera que son la pobreza y el desempleo las dos causas principales de que su país siga inmerso en una cruenta guerra. Esto es, Afganistán requiere mucho más que una solución militar, necesita ayudas para su agricultura, mejores infraestructuras e inversión en las escuelas y los centros socio-sanitarios. Además uno de cada seis entrevistados está considerando abandonar su país, uno de cada cinco ha sido torturado desde que se iniciaron las guerras ya en 1979 y que el 75% ha sido obligado a abandonar sus casas.

Barbara Stocking, directora general de Oxfam en Afganistán,dice que “Los afganos llevan 30 años sufriendo. Durante este tiempo millones de personas han sido asesinadas y otros tantos millones más han debido huir de sus hogares. Los responsables de ello permanecen en la más absoluta impunidad en lugar de enfrentarse a la justicia. La sociedad afgana ha sido devastada”. Añade que "Reparar el daño infligido no es cosa de días, llevará muchísimo tiempo que cicatricen las heridas económicas, sociales y psicológicas de este país.” y “La Comunidad Internacional y el Gobierno español deben entender que Afganistán requiere mucho más que una solución militar. Los afganos necesitan ayudas para su agricultura, mejores infraestructuras e inversión en las escuelas y los centros médicos”.

Explica Barbara Stocking: “Hablamos con un hombre que nos dijo: ‘si la gente no tiene trabajo, es capaz de hacer cualquier cosa’. La Comunidad Internacional debería grabarse esas palabras en la mente y proveer de más ayuda y ayuda efectiva a Afganistán, para empezar a reactivar económicamente este país”. Contreras, otro coperante, añade que: "Los afganos quieren ver que el dinero que reciben de la ayuda internacional mejora los servicios de salud y de educación y ayuda también a crear empleos”.

Después de tres décadas de conflicto Aziz Mohammad, ciudadano de Nangarhar, se pregunta “¿qué efecto puede tener sobre nosotros que dos millones de afganos hayan sido martirizados, el 70% de Afganistán destruido y nuestra economía devastada? La mitad de nuestra gente ha enloquecido. Un hombre de 40 años tiene aquí el rostro y el aspecto de uno de 70. Siempre viviendo con miedo, pues no estamos a salvo en ningún lugar de este país“.
Para más información pinchar aquí: : El coste de la guerra en imágenes http://www.oxfam.org/es/emergencies/afghanistan-coste-guerra-imagenes

Lamento tener que haber tratado este tema, tan sensible, desde el punto de vista material del dienro que nos cuesta y rasca el bolsillo, pero la realidad es que desde el punto de vista de la sensibilidad y fibra sensible humana ya se tocado en no pocas ocasiones y, la verdad, parece que llegada la última linea, nos hemos inmunizado.

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