lunes, 17 de enero de 2022

Explicación y notas sobre las macrogranjas

Laura Fernandez, concejala de IU Almansa, comparecía ante los medios para dar información sobre las macrogranjas y desmentir los bulos que se han ido desarrollando en estas últimas semanas. 

La instalación de este tipo de explotaciones de ganadería industrial intensiva genera más perjuicios que beneficios en aquellas zonas donde son aceptadas: olores, impacto visual, proliferación de insectos y roedores, así como la contaminación del suelo y aguas subterráneas por el vertido de purines a los campos de labor.

Este tipo de inversiones, pretende transformar la ganadería tradicional, familiar, saludable, sostenible y de calidad, en grandes infraestructuras deshumanizadas. Es evidente, por tanto, que el primer riesgo se plantea en el ataque directo a las pequeñas y medianas explotaciones ganaderas, gestionadas por autónomos, autónomas y sus familias.

Una competencia desleal, que impide e impedirá a nuestros ganaderos competir en precio de venta, ya que la producción industrial acelera los procesos y reduce los gastos al necesitar de menos puestos de trabajo y no respetar los tiempos de crianza de los animales. Algo que tiene consecuencias directas en la economía y la salud, pues dificulta o incluso impide a la mayoría de la población de este país adquirir carne de calidad, fruto del trabajo digno y estable; que se verá empujada al consumo de productos cárnicos industriales.

En los últimos años, nuestro país, nuestra región y concretamente las localidades vecinas de Alpera y Ayora parecen haberse convertido en destino de empresas dedicadas a la instalación de macrogranjas porcinas. Actualmente, siguen proyectadas la instalación de cuatro macrogranjas, una en el término municipal de Alpera con 7.200 cerdos de cebo, y tres con las mismas características en Ayora, a los pies de la ciudad monumental de Meca.

Las cuatro macrogranjas que se quieren construir en Alpera y Ayora, se encuentra encima del acuífero del cual bebemos agua los pueblos de Almansa, Zarra, Teresa de Cofrentes, Ayora…, son algunos de sus inconvenientes, a los que hay que sumar que estas granjas producen gases de efecto invernadero, principalmente metano, que son evacuados directamente a la atmósfera, sin realizar tratamiento alguno.

Además estas industrias no generan empleo, ya que son instalaciones prefabricadas y a penas se necesita personal para su funcionamiento, y pueden provocan la destrucción del ya existente; disminución del turismo y por ende disminución del sector servicios, puesta en peligro del sector vinícola, etc.

Para la creación de estas instalaciones en Alpera y Ayora han solicitado la extracción de 408.000m3 de agua de nuestros acuíferos, lo que puede ocasionar en un futuro la falta de agua para la ciudadanía y sus cosechas.

En último lugar, también es necesario hablar sobre las condiciones de los cerdos en esas “macrogranjas”, indignas y contrarias a la vida misma. El hacinamiento de los animales, el estrés al que se someten, su poca movilidad y la aceleración de los procesos de engorde, generan piezas de consumo lejanas a lo natural.


 

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